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martes, 23 de julio de 2013

CARACTERISTICAS Y RECOMENDACIONES ACERCA DE LA ANOREXIA NERVIOSA



Autora: Pilar Estévez Casellas, Terapeuta de APSA.

La Anorexia nerviosa es un Trastorno de la Conducta Alimentaría, se caracteriza por el miedo a engordar y la alteración de la percepción corporal, lo cual altera los hábitos de ingesta.

 

La edad de inicio de la anorexia nerviosa habitualmente es entre los 14 y los 18 años, por lo que la adolescencia la podemos considerar una etapa de riesgo para padecerla. 

Las personas que padecen este trastorno usualmente se niegan a conservar su peso dentro de los límites de la normalidad, por este motivo se imponen dietas restrictivas y/o hacen un ejercicio excesivo para conseguir adelgazar.

Por lo general, la consideración que hacen estas personas de sí mismas viene condicionada  por la opinión que poseen sobre su aspecto físico. Resulta frecuente que las personas con este trastorno tengan baja autoestima y tiendan a mostrarse muy perfeccionistas.

Habitualmente las personas que sufren anorexia nerviosa no recurren a  buscar ayuda e intentan esconder su problema todo el tiempo que les resulte posible.

En la Anorexia Nerviosa se pueden considerar dos subtipos:

Anorexia Restrictiva: seria aquella en la que la persona que la padece se restringe en la alimentación y/o realiza un ejercicio físico excesivo.

Anorexia Purgativa, seria aquella en la que la persona va alternando  periodos de restricción de comida con atracones alimentarios que compensa habitualmente con vómitos, laxantes, diuréticos…

Vamos a comentaros características frecuentes que poseen las personas que padecen una anorexia nerviosa:
  • Están excesivamente preocupados y angustiados por ganar peso.
  • Siempre se produce una disminución del  peso.
  • En muchas ocasiones, se distorsiona la imagen corporal y se ven gordos/as aún estando por debajo de su peso.
  • Habitualmente se tiene tan bajo peso que la menstruación desaparece (esto se llama “amenorrea”).
  • No suelen considerar que padecen una enfermedad, consideran normal su conducta alimentaría.
  • Tienden a aislarse de los demás, en muchas ocasiones, por ocultar su enfermedad.
  • Presentan habitualmente estreñimiento.
  • El pelo se cae con mayor frecuencia y se percibe débil.
  • Puede aumentar el vello corporal.
  • La piel se muestra seca y amarillenta.

Para un adecuado tratamiento de esta enfermedad, es esencial contar con la colaboración de la familia. Si tenemos sospecha de que nuestro hijo/a padece esta enfermedad debemos llevarlo/a a una consulta donde haya un  equipo multidisciplinar de profesionales especializados que atiendan todos los aspectos de la enfermedad.

De cara a un tratamiento adecuado de esta enfermedad hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

Tratamiento psicológico: Es necesario para que se puedan realizar cambios perdurables en los pensamientos distorsionados y las emociones negativas que el enfermo tiene acerca del peso y la importancia del aspecto físico en su vida.

Este tratamiento puede ser tanto en sesiones individuales como grupales junto a otras personas que afronten la misma enfermedad  y, en algunos casos, con personas de la familia (padres, hermanos, pareja, etc.).

Tratamiento nutricional: Es fundamental para informar al enfermo sobre hábitos adecuados de alimentación y advertir sobre el riesgo de adherirse a dietas innecesarias y en muchas ocasiones, no controladas por un profesional sanitario.

Tratamiento farmacológico: Está recomendado a aquellos pacientes que por su enfermedad  precisen fármacos en combinación con tratamiento psicológico, o para resolver sintomatología asociada, como depresión, ansiedad o impulsividad.

De todos modos, es importante que tengamos claro que no todas las personas somos iguales ni necesitamos los mismos tratamientos, por eso es fundamental seguir los consejos de los  profesionales de la salud especializados en el problema e  involucrarse toda la familia en el cuidado y recuperación del enfermo.



martes, 9 de julio de 2013

TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARÍA EN LA ADOLESCENCIA Y SEÑALES QUE NOS ALERTAN DE SU PRESENCIA



Autora: Pilar Estévez Casellas, Terapeuta de APSA.

Las personas que padecen trastornos de la conducta alimentaría muestran conductas de alimentación anómalas como respuesta, usualmente, a insatisfacción con su imagen corporal. Es frecuente que tengan pensamientos distorsionados relacionados con el  peso (pueden sentirse inferiores a las demás personas, consideran que no se les aprecia por culpa de su imagen física) y acerca de la salud (la grasa en la comida es peligrosa y perjudicial, lo más sano es estar muy delgado, realizar dietas es algo saludable, etc.). Las personas afectadas por estos trastornos sufren consecuencias de todo tipo, a nivel  nutricional, físico, psicológico y social, y si no se tratan adecuadamente, pueden incluso, poner en serio peligro su vida.

Estos problemas en la conducta alimentaría pueden afectar a todas las personas, al margen de la situación socioeconómica o cultural que tengan. Por otro lado, son más comunes en el sexo femenino (90- 95%), pero cada vez empiezan a darse más casos de estos trastornos entre los hombres. Pueden darse a cualquier edad, pero es en la adolescencia cuando con mayor frecuencia se inician, debido a que es un momento en la vida muy importante de cambio y búsqueda de la propia identidad. Se trata de un proceso que puede iniciarse muy poco a poco y de manera muy sutil por lo que es fácil que pase inadvertido en un principio.

En general, las personas que padecen anorexia nerviosa  y bulimia nerviosa  tienen en común el hecho de que poseen una preocupación excesiva por no engordar, aunque su peso sea normal o esté incluso por debajo de lo saludable. Gradualmente la comida se va transformando en el centro de sus preocupaciones, pensamientos, toda su vida, por lo que se van desatendiendo otros aspectos de la vida importantes.

La Anorexia nerviosa  y Bulimia nerviosa se diferencian entre sí por la forma particular en que se comportan las personas ante la comida y las distintas consecuencias físicas que tienen por esto. Si no se sigue un tratamiento adecuado, no es raro que una persona con uno de los trastornos pueda acabar desarrollando también el otro.

También están los Trastornos de la conducta alimentaría atípicos, reciben este nombre porque no entran exactamente en la definición clínica establecida para la Anorexia nerviosa o la Bulimia nerviosa,  ya que les falta alguna de las características usuales. Las personas afectadas por estos trastornos pueden tener una combinación de síntomas de Anorexia y Bulimia a la vez, que pueden modificarse en el tiempo. Por otro lado, es habitual que personas con trastornos atípicos hayan padecido Anorexia nerviosa o Bulimia nerviosa en el pasado o la padecerán en el futuro.

Entre los Trastornos de la conducta alimentaría atípicos, el más conocido es el Trastorno por atracones. En este caso, las personas que lo sufren tienen episodios en los que comen en exceso, pero en este trastorno no intentan controlar su peso con técnicas de purga. Es habitual que se sientan nerviosos y deprimidos, lo cual afecta a su vida social y sus relaciones.
Los Trastornos atípicos, incluido el Trastorno por atracones, serian más de la mitad de los casos de Trastornos de la conducta alimentaría.

Hay varios cambios que ayudan a detectar en nuestros hijos la presencia de un  trastorno de la conducta alimentaría, entre los cuales podemos destacar los siguientes:

Respecto a la alimentación:  
Manifestar sentimiento de culpa tanto por haber comido como  por haber dejado de hacerlo; preferencia por comer a solas, disminución de la cantidad de comida, que se produzcan atracones en las últimas semanas, sensación de ser incapaz de parar de comer, evitación permanente de tomar ciertos alimentos (por ejemplo: dulces), consumo habitual de productos bajos en calorías o ricos en fibra, uso de diuréticos y abuso de laxantes, vómitos autoinducidos y dietas restrictivas o ayunos.

En cuanto a la imagen corporal:  
Es habitual  una preocupación exagerada por el cuerpo, considerar que el físico es lo más importante para conseguir el éxito en cualquier área de la vida y una gran adhesión a los estereotipos culturales.

Respecto al ejercicio físico:
Habito de realizar un ejercicio físico excesivo y gran inquietud si en alguna ocasión no se puede hacer. Por otro lado, un uso frecuente del ejercicio físico con el objetivo de adelgazar.


En cuanto a la conducta:
Insatisfacción constante con uno mismo, estados ansiosos y depresivos, frecuentes cambios de humor, disminución de las relaciones con los demás con tendencia al aislamiento, problemas para concentrarse en las tareas y visita habitual de las páginas web, blogs o chats en los que se habla de la importancia de la delgadez y se dan consejos para adelgazar o mantenerse delgado.